martes, 19 de mayo de 2020

DÍA Z PARTE 5


V. DÍA 365

Allí estaban un año después, los cuatro sobrevivientes. Los cuatro jinetes en medio del apocalipsis. Se habían establecido en un campamento propio creado por ellos. Nathan, a quien ellos conocían cómo Trevor, empezaba a tener indicios de una barba de pubertad. Anna tenía ahora el cabello largo. Wolf por otro lado tenía una gran barba y era aún más musculoso. Y Jordan seguía idéntico, no había cambiado en lo más absoluto, era el leal Sancho Panza de Wolf en todas las situaciones, ambos formaban una gran dupla, habían aprendido a destilar alcohol y a sembrar tabaco para noches especiales cómo esta, llevaban un año juntos cómo grupo y se habían conocido después del peor día de sus vidas, excepto para Wolf cuyo peor día había sido cuándo perdió a su esposa e hijo. Cada uno con sus demonios en su interior, cada uno con el peso de las muertes que los había rodeado en algún momento, estaban felices, se reían, contaban chistes y compartían un gran momento digno de inmortalizar en una fotografía.

Casi no les gustaba hablar de ese día, preferían hablar de cualquier cosa, en cierto modo, cada uno le daba vergüenza decir la forma en que habían sobrevivido, sus pensamientos en esa noche. Cada uno contaba evento divertidos de la vida que llevaban antes de que lo muertos caminaran en medio de los vivos.

En cuanto a Necropolis, el nombre que le habían dado ahora a la gran ciudad, nadie iba en esa dirección, la publicidad sobre visitar la ciudad parecía ahora un chiste de mal gusto en medio de la situación. La última vez que habían pasado cerca había sido cinco meses atrás cuando fueron a un supermercado en busca de recursos, Nathan se rio de la señal que indicaba la población del lugar
         Cuarenta y cinco millones de habitantes – dijo Nathan riéndose – cuarenta y cinco millones de bastardos zombis.
         ¡Oye! Hay una de esos cuarenta y cinco millones parada justo aquí, ten un poco más de respeto – dijo Anna en tono de broma.
         ¿Realmente llegaste a ser tan importante como para ser parte de esa cifra? – preguntó Jordan.
         No lo sé, creo que realmente nunca pertenecí a este lugar – dijo Anna.
         Creo que por eso lograste salir – dijo Nathan.
         Cuarenta y cinco millones, mejor que se queden ahí encerrados – dijo Wolf acercándose a ellos.
         Mejor vámonos, este lugar me da escalofríos – dijo Anna después de escupirle a la señal
Anna se devolvió sólo para escribir: “Yo, Anna Parker, sobreviví”.


Por otro lado nunca habían ido a Winewood, varias veces lo habían considerado, pero Nathan siempre lograba que no lo hicieran, aunque una vez pasando cerca al bosque de Aven, pudo haber jurado que vio la figura de dos niños persiguiéndose entre ellos. Tal vez en un pequeño almacén de herramientas del pueblo de Winewood aún habían dos niños sobre una repisa esperando por su desaparecido hermano, con miedo, con un negro sentir apoderándose de su inocencia casi intacta, los niños podían ver la sangre meterse por debajo de la puerta despavoridos, llevaban ya un año así, desnutridos y sucios pero tan vivos como Nathan o alguno de sus otros compañeros. ¿Algún día lo sabría? No, seguramente, para él un árbol no moría si nadie estaba ahí para escucharlo caer, para siempre sus hermanos estarían dentro de una caja entre estar vivos y muertos, por siempre se resumirían a un par de sombras que de vez en cuando veía corretear bajo los árboles, por siempre serían esos niños asustados dentro del “porche” quienes corrieron desesperados hasta ese mismo lugar buscando salvarse. Winewood era ahora un pueblo de fantasmas, tan diminuto en medio del mapa, al lado de la gran ciudad la cuenta de ciudadano era de más o menos mil personas, pero fue en ese lugar empezó algo que destruyó el mundo entero, en esa noche dónde dos niños lloraban mientras su hermano corría por su vida.


Esta noche seguramente la recordaría Wolf, el fuego los iluminaba cálidamente, no había esa probabilidad de que en su memoria la luna resplandeciente que había, se manchara del color del mar. Su esposa y su hijo siempre estarían con él, los llevaba tatuados en la piel, en ese lugar tan especial que siempre quemaba en efervescencia y sentimiento mientras estaba con ellos, ese lugar que lo había impulsado a acabar con todos los zombis hace un año en aquel restaurante. De tanto tiempo juntos, todos pudieron llegar a ver en algún momento, que Wolf, justo en el pecho, tenía el tatuaje de su esposa y su hijo sonriendo, algunos de los otros tatuajes se le habían dañado, estaba mezclados con cicatrices y heridas que le habían dado sus enemigos en un momento, pero ese tan cercano al corazón seguía intacto.


Ya casi al finalizar la noche Jordan se sentía afortunado, no era fuerte ni habilidoso en algún sentido, en estos momentos su intelecto parecía realmente servir de muy poco ante la amenaza constante de ser comidos vivos. De tantos años en el laboratorio y utilizando el virus había aprendido realmente muy poco de este, pero en tan sólo un año había aprendido tanto de sus compañeros de viaje que por nada del mundo quería volver al centro de investigaciones de Blackwell, se sentía tan partícipe de la muerte de toda la gente que no tenía ganas ni de recordar los pasillos blancos ni la zona de desinfección, había salido ese día para escapar y jamás volvería a cruzar esa puerta. Siempre pensó que la vida estaba ante una evolución que podía lograr mediante este virus, pero había olvidado que la evolución misma estaba en una gran gama de seres, Wolf le había enseñado cómo el cuerpo y la voluntad pueden ser más fuertes que el mismo infierno en el que él había tomado parte. Jordan era realmente un suertudo, estaba ahí, fumándose un cigarrillo y tomándose un whisky casero como si fuera un día de domingo normal, de esos en las que las personas se reúnen hasta altas horas de la noche para celebrar la vida, en este momento, era de una forma más literal.

De repente Wolf cogió un pequeño parlante de su moto para colocar música, era una canción de Immortuos bastante movida y pesada.
         Deberías apagar eso – dijo Jordan algo molesto – Podría atraer a los zombis.
         Sí, pero que es la vida sin estos riesgos – contestó Wolf – Celebremos hoy y si van a venir los muertos, que vengan, ya habrá un momento para plantarle cara a ellos.
         Sí Jordan, disfrútala – le dijo Anna con un toque coqueto.
Nathan se puso de pie ante la canción, la conocía, era “Down with the poison of blood” era parte del tercer álbum de la banda, uno de los mejores.
         No puedo creer que de toda la gente, sobrevivieran otros dos fans de Immortuos – dijo Wolf alegremente, quien también se ponía de pie.
         Mi favorita de toda la vida, aunque mis padres la odiaban – dijo Anna.
         Los míos también, pero ahora ya no importa, murieron – dijo Nathan.
         Tienes razón Trevor, estar vivos ahora nos da el derecho a hacer lo que se nos venga en gana, nos lo ganamos – dijo Anna tomándolo a él y a Wolf de las manos y empezando a bailar en círculos en torno a la fogata.
Jordan no podía estar más de acuerdo, no conocía la música y en general le parecían gritos sin sentido hasta ese preciso momento en que comprendió que no estaba sólo y que tal vez eso que él nunca encontró en ningún lado, ellos lo habían encontrado, ahora todos eran huérfanos, o tal vez siempre lo fueron, habían perdido muchas cosas, o tal vez nunca las tuvieron realmente, tal vez todas las falencias y traumas previos al apocalipsis era lo que los había endurecido, no ver a otros ser devorados, siempre habían sido así, sobrevivientes, sólo que ahora en esa precisa noche ya no sentían vergüenza de nada.
         ¡Espérenme! – gritó Jordan uniéndose a su baile extraño mientras tenían la música de fondo.
Puede que hace un año hubieran sobrevivido y puede que para el siguiente ya estén muertos y convertidos zombis, unos más entre todos los que ya habían, si vivían o no, no era importante, después de todo, en ese preciso lugar estaba todo lo que les quedaba, era poco y efímero mientras al acecho había tantas criaturas, pero no importaba realmente, esa noche, los cuatro sobrevivientes bailaron alrededor del fuego, como si estuvieran bailando tomados de la mano con la misma muerte.
FIN.

por
Henry D. Valencia




DÍA Z PARTE 4


IV. EL DIARIO

Entrada #1:
Mi nombre es Jordan Laswell. Sí algún día alguien descubre este diario. Lo hice para que conocieran mi historia, para que sepan que el virus finis-32 no salió de la noche a la mañana en un laboratorio. No fue algo que surgiera de repente y de forma inesperada cómo el sonido de un rayo, el gobierno y las fuerzas militares siempre supieron el potencial peligro que nosotros los científicos del centro de investigación Blackwell teníamos en nuestras manos. ¿Qué si había planes de contingencia? Sí, pero todos al momento fallaron. Escribo esto desde un punto en la historia en que se que dentro de Blackwell todos ya están condenados, se infectaron y quieren encerrarse para evitar que el virus salga, pero es inevitable, encontrará alguna forma, sí es que ya no lo hizo. Este virus es producto de un parásito que puede llegar a tener formas inteligentes, por eso muta y se adapta a las diferentes condiciones que se le pongan entre más lo expongan a estas, suena bien sobre el papel, podríamos exponer a personas a las peores condiciones posibles y en algún punto se adaptarían, la parte negativa es que el parásito toma control total del cerebro del sujeto, incluso en las fases muy avanzadas llegaron a demostrar poder recordar ciertas cosas del paciente y dar breves indicios de esto mediante palabras.
Cuándo el virus escape es muy probable que destroce el pueblo de Winewood por completo, está a menos de un kilómetro del centro de investigación, después la otra frontera conocida sería la gran ciudad, con tantos habitantes que seguro caerá rápido. Desde el momento en que entra al torrente sanguíneo le toma dos segundos en llegar al cerebro y más o menos uno en poder empezar a tomar control sobre este, el parásito es diminuto, por lo que lo primero que hace es reproducirse dentro de ese cuerpo para poder empezar a infestar otros cuerpos mediante la mordedura, el parásito sabe que trabaja mejor en grupo para garantizar su supervivencia.
Nota: No sabemos el nivel de inteligencia que pueda llegar a tener el parásito por sí solo, pero daba señales de tener estrategias similares a las de las bacterias, dando por supuesto una señal de una inteligencia similar o superior a la de estas.


Entrada #2:
Siento que es imposible para mí contar la historia de este virus sin contar la mía. Yo era un estudiante recién graduado de la prestigiosa universidad de Belmont, justo al graduarme recibí una oferta de trabajo tan misteriosa que realmente dudé si aceptarla, pero era joven y salir ya con un trabajo era una ventaja. Durante la entrevista estaban más interesados en saber si estaba dispuesto a mantener en secreto toda actividad que pudiera tener en el trabajo, tan sólo teniendo la probabilidad de contarle a un cónyuge, ya que en caso de una demanda en contra de Blackwell o en contra mía por alguna acción relacionada a la compañía, los cónyuges tiene derecho a negarse a declarar en contra de la pareja, por lo que así, se mantenía el secreto a salvo.
Al mes me llegó un tiquete para volar a la gran ciudad y de ahí dirigirme al pueblo de Winewood, este sería mi nuevo hogar. Me dieron incluso una casa bastante decente pero de todas formas era todo una fachada, ya que la mayoría del tiempo vivíamos dentro de las instalaciones, estas tenían unos pequeños dormitorios suficientes para que la mitad de los empleados durmiera y la otra mitad trabajara, de esta manera mantenían el sitio en funcionamiento las veinticuatro horas del día. No sólo por la necesidad de producir, sino que el parásito llegaba a ser tan volátil que necesitaba un constante monitoreo.
Nota: Empecé tan sólo siendo asistente en una de las salas de ensayo, por lo que durante mis primeros cinco años de trabajo en esta institución no llegué a tener ningún contacto con el virus y en general sabía muy poco de él, incluso dentro del laboratorio se manejaba con mucha discreción la información.


Entrada #3:
Después de cinco años me ascendieron a ser miembro del grupo de científicos que trataban directamente con los sujetos de prueba. Con esto, comprendí un poco más sobre la historia del parásito, de la mano de uno de los mismos sujetos de prueba.
En inicios de los 60´s se habían empezado diversas investigaciones en medio de la guerra fría con el fin de adelantarse a la Unión Soviética en algún ámbito, fuera el militar, el económico o el científico, el cuál es el que nos compete. El estado prácticamente financiaba cualquier propuesta que involucrara una tecnología descabellada pero posible dentro de los marcos científicos. Fue así cómo nació Rapture science, una empresa que buscaba el contacto con dimensiones paralelas mediante la división de los átomos, la compañía llevaba operando desde el año 1955 sin realmente hacer ningún avance significativo, pero después de contar con presupuestos e instalaciones del gobierno se empezaron a hacer bastantes hallazgos en el campo. Al cabo de dos años lograron hacer un primer contacto, lo único que obtuvieron de esa entrada a otra dimensión fue una pequeña muestra de unas células, las cuáles nombraron cómo “finis”.


Entrada #4:
Nunca supe cómo conocieron el potencial del parásito finis, pero a partir del año 1966 se fundó el centro de investigación Blackwell, con sede en el bosque de Aven, en las proximidades del pueblo de Winewood. Desde ese día estuvo en operación sin detenerse ni por los festivos ni por año nuevo, según contaba Carlos Cifuentes, primer sujeto de prueba del parásito Finis.
Llevaba ahí desde los 70´s, conocía del parásito tanto cómo los demás científicos ocupados de esta sección, entró siendo un joven migrante acusado de varios cargos por asesinato, pero ahora era sólo un viejo de unos 68 años no muy diferente de Alfred Hitchcock, sólo que mucho más delgado. Según me explicaron, el parásito nunca hizo ningún efecto en él salvo el deterioro de su salud, lo cual me competía, ya que mediante ingeniería biológica debía mantenerlo con vida, por eso mi gran cantidad de interacciones con él ¿Por qué? Es muy simple, Carlos entró con otros nueve sujetos, todos murieron al cabo de unos días.
Sí no me lo hubieran dicho, nunca me habría dado cuenta de que este hombre había matado a seis mujeres en sus veintes, ahora era un carismático conversador que siempre me saludaba diciéndome: “Mi buen amigo, el hombre de ciencia”. Sentía cierta lastima por él, llevaba la mayoría de su vida ahí en esa celda, no había vivido nunca. De haber tenido éxito el proyecto Finis, su nombre habría quedado en el olvido de todos modos, no le darían tanto mérito a un asesino de mujeres y tampoco reconocerían que encerraron injustamente ese hombre por más de cuarenta años, Carlos al igual que los demás sujetos de prueba, no existía, ni existirían jamás, ni aquí ni en sus diversos países de origen.
Nota: Blackwell, la cual giraba enteramente en torno al proyecto Finis, nunca fue cerrado y hasta los últimos días recibió presupuesto del gobierno. Incluso fue desclasificado en los años 2000 para no dejar ningún tipo de evidencia, sólo lo conocían los que trabajábamos ahí, el gabinete del presidente y altos mandos militares, sí alguien no perteneciente a alguno de estos grupos mencionados, se atrevía a preguntar demasiado, su destino era bastante obvio, aunque algunos de esos, terminaban siendo sujetos de pruebas, entre estos había periodistas y detectives.


Entrada #6:
Carlos terminó siendo muy relevante ya que después de que todos los demás sujetos ingresados y expuestos al virus al mismo tiempo murieran. Esto hizo que más estudios se realizaran sobre él y empezaron a usar los parásitos frutos del que habitaba en él, de prueba en prueba, varios sujetos sobrevivieron al igual pero sin  mayor transformación. Poco a poco el parásito lograba una fusión más perfecta con los sujetos. Fue en el paciente número treinta y dos. Un extraño hombre llamado Roger Monaghan. Jamás hablaba, nunca compartió palabra conmigo a pesar de todas las veces que tuve que tratarlo. Al cabo de sólo una semana, ya era una de esas criaturas. Al inicio los llamamos “growlers” debido a sus extraños y constantes gruñidos, pero después de un tiempo, preferimos usar simplemente el término zombi. Roger sólo se había transformado, con las semanas la piel se le empezó a caer a pequeños trozos y se volvía más agresivo cuándo lo sacábamos de la celda. Había sido un éxito, le hicimos pruebas a Roger poniéndolo en fuego y congelándolo, después de ambas seguía vivo. Habíamos conseguido lo que por años llevábamos buscando, prolongar la vida del parásito dentro de los cuerpos y hacerlo más resistente, Roger había perdido la consciencia pero poco importaba, ya después habría tiempo para corregir aquello. El sujeto de pruebas treinta y dos había sido el exitoso. De ahí el nombre Finis-32.
Nota: A partir de este momento Carlos empezó a ser menos relevante pero igual lo manteníamos bien por sus contribuciones al proyecto, siempre era una grata sorpresa entrar a su celda a tratarla, podías esperar una bella charla sobre su país de origen y sobre la cultura popular del nuestro.


Entrada #7:
Las pruebas seguían y seguían con los diferentes pacientes. A partir de Johnny todos comenzaron a ser exitosos. Las cosas pintaban bien, e incluso vino un militar a ver los resultados de las investigaciones, después de tantos años de presupuesto gastado en este complejo laboratorio todo había dado resultado, podíamos estar muy cerca de desarrollar armas biológicas o de desarrollar obreros que pudieran rendir en las peores condiciones laborales posibles. Por aquellos días también ocurrió un evento bastante desafortunado, Roger logró escapar de su celda y terminó en el exterior, atacando a una joven y su novio en el bosque, la chica había muerto en terribles condiciones pero al chico tan sólo lo habían mordido, lo trajimos al laboratorio con la excusa de enmendarlo, pero siempre supimos lo que sería, un nuevo sujeto de pruebas. Al inicio se rehusó, bastante a cooperar pero cuándo el virus empezó a deteriorar su cuerpo se mostró dócil, nunca llegué a conocerlo mucho pero lo había visto un par de veces en Winewood durante mis días libres, parecía tener fama de rebelde sin causa e incluso tenía un look similar al de James Dean. Fue triste ver a alguien tan joven transformarse al cabo de unos días, incluso ese chico era más inocente que Carlos, pero aun así sentía más empatía por el segundo.
Nota: Para este punto el virus aún tomaba unos días en tomar posesión del cuerpo. Pero poco a poco evolucionó a tardar sólo segundos.
Entrada #8:
Entre más lejos iban con el virus más me empezó a parecer que era un gran peligro y que realmente estábamos jugando con fuego y nos podía costar caro. Algunos de los sujetos empezaron a obtener mutaciones. Roger el paciente #32 empezó a obtener una gran inteligencia, llegando a superar pruebas de lógica compleja y constantemente intentaba abrir la puerta de su celda. Por otro lado Alan West el #57 desarrollo una especie de garras en su mano derecha la cual lo convertía en un ser más letal. Maya Morrison la #40 desarrolló una especie de glándulas que arrojaban bilis. Chris Dolan el #51 se regeneraba poco a poco de las heridas causadas. Y Frank Horrigan el #72 había aumentado considerablemente su tamaño y su fuerza, por lo que nunca salía de su celda.
No había duda de la letalidad del virus y el potencial que tenía, pero una ceguera de poder parecía haberlo consumido al punto de que cada vez quería forzar a más limites a los sujetos de prueba. Pienso que la ciencia es una respuesta a todo lo natural, pero el parásito no era de nuestra tierra ni de nuestra dimensión, por algo habían cerrado Rapture science en el 86, las cosas con las que jugaban eran demasiado peligrosas y casi que no tenían un control absoluto sobre ellas que garantizara la seguridad, lo mismo nos estaba pasando aquí, el avance del virus también implicaba vernos inferiores ante este, los seres no morían tan fácil, sólo destruyendo su cabeza, ellos sólo necesitaban entrar a nuestro torrente sanguíneo y sería nuestro fin.


Entrada #9:
Cada vez eran menos mis conversaciones con Carlos, este ya era viejo y el parásito parecía ya haber afectado su cerebro, por lo que pocas veces era posible sacar una conversación racional de su boca, en cierto modo, lo extrañaba, había sido una especie de amigo para mí durante varios años y ahora estaba y no estaba a la vez, era realmente un  panorama deprimente.
Hace una semana hablé por última vez con él, me contó sobre los mundiales de fútbol y sobre como la selección de su país nunca llegaba lejos a pesar de clasificar tanto, ese día también me enteré que una persona del laboratorio se había contagiado con una de las muestras primigenias del parásito y que había desaparecido después marcharse del trabajo como si nada. Fue ahí donde empecé a planear mi huida, seguía yendo a trabajar como si nada pero en mi mente estaba mi plan para escapar por los ductos de ventilación, que daban al bosque, compré un segundo auto y lo dejé ahí escondido para cuándo sucediera algo.
Nota: Conocía bien el bosque de Aven, a veces paseaba por ahí en mis días libres cuando quería un buen respiro, realmente me parecía un lugar agradable.
Entrada #10:
Si quieres saber como empezó todo llegó el momento. No fue por aquel empleado, del él o ella no sé nada sólo que se marchó y hasta este momento no se sabe paradero. Todo empezó un lunes en la mañana, convocaron a todos los empleados a una junta, uno de ellos había escapado y no se sabía dónde estaba, así que debíamos encontrarlo y ser precavidos. La verdad no estuve muy presente en esto, siempre sentí que todo iba a salir mal así que me puse cerca del ducto grande por el cuál iba a escapar. Al cabo de unas horas empezó el caos, saltaron las alarmas así que el laboratorio se puso todo de un color rojo intenso, escuchaba gritos de dolor y entraron algunos de los militares a intentar pararlos, pero eran muchos. Habían contagiado a gran parte de los empleados, cuándo llegaron a mí sólo pude distinguir como todos los zombis rodeaban a uno como si lo protegieran, en medio de todos ellos, estaba Carlos quien al verme me señaló con el dedo y dijo “¡Agarrenlo!” con una voz ronca y casi inentendible, ese zombi completamente desnutrido, calvo y con la barba canosa había pronunciado una palabra. Inmediatamente varios vinieron hacia mí, incluso el gigante Frank Horrigan parecía obedecerlo, lo único que pude hacer, correr. Entré al ducto y salí tan rápido como pude a la superficie, tuve que patear al zombi de Trevor Cheney para que soltara mi pierna. Incluso con los planes que tenía tan fríamente calculados, el shock que me produjo escuchar a Carlos dirigirse a mí casi los arruina. Pensé muchas cosas mientras salía a campo abierto, tal vez el virus siempre fue así de inteligente, tal vez el primero en mutar había sido Carlos, su mutación podía ser la de un líder, por eso los hijos de su parásito habían servido en los demás después de todo. Tal vez siempre tuvo la misma potencia pero nos había hecho creer lo contrario con el fin de esperar un momento oportuno, tal vez durante los últimos meses hablaba con el parásito que controlaba a Carlos y no con él ¿Se había apoderado incluso de sus recuerdos? ¿La persona infectada que huyó había sido parte de sus planes? ¿Habíamos sido durante años la maquinaria del apocalipsis? La verdad no tengo la respuesta para ninguna de estas preguntas. Ni el tiempo para pensarlas, ahora sólo puedo irme lejos, a dónde no lleguen ellos.
A quién sea que lea este diario. El finis-32 evoluciona. Es un parásito inteligente. Destruye la cabeza. Y corre más rápido que ellos, así como lo estoy haciendo yo.

por
Henry D. Valencia




Próximamente capítulo 4


DÍA Z PARTE 3


III. Wolf

         ¡No! ¡Por favor no me dejes! – gritaba la mujer vestida de blanco.
Estaba rodeada de agua y cada vez se hundía más en la laguna azul iba al fondo, en medio de todo este caos, Wolf podía escuchar el llanto de un niño, su hijo, atrapado dentro de un cristal similar al de un reloj de arena que se sumergía hasta la oscuridad.

Wolf había tenido otra pesadilla, pasaba de un sueño teñido de color azul a tener una luz amarilla en la cara, había tenido una pesadilla dentro ese motel barato dónde había pasado la noche, era realmente un lugar terrible, la televisión no encendía y las sabanas de la cama era extremadamente toscas con su piel, este hombre había tenido una noche de perros. Dormir nunca era fácil para Wolf, la mayoría de las veces soñaba con su esposa y su hijo, habían fallecido en un accidente dónde su auto había caído a una laguna al lado de la carretera y ellos se habían ahogado, mientras Wolf había salido disparado por el vidrio por no llevar cinturón, su cuerpo aún llevaba las cicatrices de ese día y de su vida plagada de excesos y momentos difíciles desde la infancia, era un ex militar extremadamente entrenado que quiso una vida más tranquila pero nunca pudo esconderse del destino trágico que lo seguía desde su niñez, días en los que su padre había tomado una escopeta y se habría volado la cabeza en el ático, Wolf encontró el cuerpo después de llegar del colegio, había sido la crisis económica, el país había pasado por varias pero ninguna tan fuerte como esa, el suicidio del padre de Wolf sólo se sumaba a la cifra que había sido captada de ese fatídico 22 de abril dónde los despidos masivos habían hecho perder cualquier esperanza de vida a la clase trabajadora. Desde entonces Wolf había empezado a trabajar tan sólo teniendo ocho años, hacia mandados por su vecindario para ganarse unos cuantos centavos que le entregaba a su madre con la esperanza de ayudarla con todas las obligaciones que ella tenía. Cuando él tenía quince su madre falleció, tanto trabajo la había llevado a sufrir varios colapsos en el cuerpo, Wolf se había vuelto un huérfano más, buscó arreglarse la vida trabajando cómo mecánico de día y siendo parte una pandilla en la noche, su cuerpo era enorme así que siempre le ayudaba en las peleas, podía machacar a cualquier bandido sin importar el arma que llevaran, Wolf siempre ganaba, por lo que era muy temido. Con los años se hizo cada vez más feroz y fue reclutado por un mafiosos cómo su guardaespaldas personal, la paga era bien así que Wolf aceptó el trato, fueron años más tranquilos, la vida de los mafiosos a diferencia de las pandillas no es tan agitada, era más estable, más diplomática por lo que Wolf también aprendió a desenvolverse en la oratoria, era un hombre enorme con grandes capacidades de discurso, lo que siempre se sorprendía. Tanto poder en las manos lo volvió un ebrio que usaba la fuerza desmedidamente, no se sorprendería si por esa época habría matado a uno o dos de tantos golpes, más cuando siempre los doblaba en tamaño, debido a esto le habían apodado “La bestia”, por lo que se había hecho un tatuaje con los números 666 sobre el brazo.

La costumbre de sobrepasarse en fuerza le había salido cara, había matado al jefe de una banda, un testigo importante lleno de información en plena calle, era un cabo suelto, la mafia no puede permitírselos, para ese punto Wolf había dejado varios cabos sueltos para el jefe y tenía demasiada información como para simplemente dejarlo ir. En una noche en la que Wolf estaba completamente ebrio había mandado a diez hombres a su casa, cada uno armado y con una sola misión, matarlo. El jefe sabía que no sería fácil, incluso desarmado Wolf era un peligro así que quería un trabajo limpio, quería asegurar la muerte del que por años, había sido su mejor hombre. Los diez hombres se pararon justo afuera de su casa, ninguno tocó el timbre ni dijo nada, el líder de todos derribó la puerta de un golpe para entrar, los pasos fueron ligeros sobre la alfombra, cada uno sabía a dónde ir, dos de ellos fueron al cuarto dónde Wolf dormía, noches antes habían estado bebiendo con él en su casa así que la conocían, ya no eran compañeros de trabajo, él era un nuevo enemigo que debían eliminar.

Wolf tenía los sentidos agudos, a pesar de su borrachera los había escuchado desde que estaban afuera y se había encerrado en el armario con varias armas sobre el cuerpo, vio dos sombras cruzar el umbral de su puerta y acercarse a su cama, en ese instante, no dudó en cortarle el cuello al primero, era Denis un tipo agradable a pesar de su trabajo. Luego se abalanzó sobre el siguiente y de un golpe le desencajó la mandíbula la cuál le quedó torcida de inmediato, el sujeto cayó al suelo y Wolf decidió darle un pisotón para romperle la nariz y dejarle el rostro aún peor, este era Bob, era de los nuevos reclutas del jefe. Para el momento nadie se había dado cuenta de dónde estaba, aprovechó para ahorcar y noquear a Mario, quien había sido un buen amigo hasta ese entonces. En la cocina estaba William y Terry conversando entre ellos, al primero le lanzó un cuchillo desde las sombras el cuál se lo clavó en un ojo, Terry por el otro lado salió a correr despavorido, pero Wolf logró taclearlo, azotó su cara contra el suelo varias veces hasta ver partes de los huesos de su ex compañero brotando en medio de la sangre. En la sala pudo ver a Adam, Joe y a Eddie los tres más jóvenes, sintió cierta lástima por ellos, pero prefería que murieran ellos a morir el, tres disparos certeros fueron suficientes para que los tres cayeran al piso muertos. Quedaban Hoffman y Wilson, se habían ubicado en la piscina, la luz de la luna se reflejaba sobre esta así que ambos eran tan sólo sombras desde el punto de vista de Wolf que salía desde la oscuridad para dar la cara y tener una lucha con dos grandes asesinos, había cierto honor entre ellos, al ver el gesto de este, los dos soltaron sus pistolas y sacaron un cuchillo, el combate había empezado.

Wolf tomó la iniciativa y cortó a Hoffman en el pecho, este retrocedió mientras Wilson buscaba acertar una puñalada baja a Wolf quien la detuvo con la mano, el cuchillo se enterró y traspasó al otro lado, pero “La bestia” no parecía retroceder ante esto. Pudo ver a Hoffman acercándose por el otro lado de la piscina, por lo que tomó a Wilson y se lo arrojó encima, luego lanzó una patada voladora para que ambos tropezaran y cayeran al suelo. Del golpe contra el piso Wilson soltó el cuchillo así que Wolf aprovechó para pateárselo lejos, este apresuró a cogerlo mientras se arrastraba, pero La bestia sabía a dónde golpear, en la parte baja de la columna, si Wilson sobrevivía era muy probable que quedara paralítico, el hombre se retorcía del dolor olvidando sus intenciones de tomar el cuchillo. Mientras tanto Hoffman empezaba una ofensiva muy agresiva en contra de Wolf, balanceaba el cuchillo y Wolf tuvo que retroceder unos pasos, poco a poco vio su patrón de ataque, golpes muy largos pero que dejaban un lado del cuerpo descubierto, el gigantesco hombre aprovechó esto para apuñalarlo justo en el riñón, esto dejaba al rival muy confuso, pero Hoffman sonrío al ver esto, había sacado otro cuchillo de algún lugar y había dado el golpe en la parte trasera del hombre, justo en dónde Wolf tenía su tatuaje de la banda Metallica, el viejo Hoffman de barba canosa y pelo largo recogido era un gran estratega, le había asestado una segunda puñalada a Wolf muy cerca al cuello, este respondió con un rodillazo en la boca del estómago, el viejo había caído al suelo por segunda vez por la falta de aire, pero aprovechó para arrojar uno de los cuchillos al abdomen de Wolf, el cuchillo se enterró fuertemente y por poco lo detiene, pero la adrenalina era mucha, el viejo había lanzado su última esperanza de detener a la bestia quien hundía el mismo cuchillo que le había arrojado contra su pecho. En cuanto a Wilson le fue más fácil, él ya había perdido el combate hace mucho, le propició una muerte rápida con un disparo a la cabeza. Denis, Bob, William, Terry, Mario, Adam, Joe, Eddie, Hoffman y Wilson, todos en algún momento amigos suyos, habían ido esa noche a matarlo.


Wolf huyó, la única salida que tenía y la que le pareció la más sensata, unirse al ejército para lograr escapar. Durante varios años patrulló tierras desérticas, con el calor del sol sobre la cabeza y la muerte siguiéndole los pasos sobre el caliente suelo. Luchó combates y la instrucción le enseñó a medir la fuerza ante sus oponentes, ahora era un hombre mucho más letal que antes, ganaba por estrategia y no sólo por fuerza bruta. Fue el mejor tirador de su pelotón y también clave en la operación Rattlehead, en dónde tuvieron que infiltrarse tras líneas enemigas para tomar un puente y evitar que cruzaran hacia una gran ciudad. La carretera le recordaba a esos años, por eso estaba ahí en ese motel de mala muerte, cómo una alma errante que patrulla las carreteras del país, con el dinero de su vida militar se había comprado una moto Harley Davidson para andar por todo lado. Para Wolf, este era sólo un día más, desde hace una semana que por primera vez sabía a dónde iba, iba camino a ver a su banda favorita, Immortuos, una banda de black metal a la que seguía desde sus años en el ejército, le encantaba su estilo trasgresor y sus letras sobre temas oscuros que nadie más tocaba, había encontrado en esta música un escape desde que era niño. El concierto era al día siguiente y Wolf debía conducir hasta el sitio, un campo abierto lejos de la ciudad ya que en la gran ciudad de había levantado una polémica porque el grupo tocara en ese lugar, por lo que Wolf tuvo que viajar en su moto al nuevo sitio.


Wolf iba por la carretera con la música a todo volumen con sus gafas puestas, su apariencia era extremadamente rubia a pesar de tener muchos años más encima de cuándo estaba en la mafia o en el ejército, de algún modo “La bestia” aún seguía dentro de él. Desde hace mucho tiempo Wolf había tenido un estado de paz, incluso después de fallecer su esposa e hijos. Incluso ahora quería una vida tranquila, alejado de la personas, teniendo pequeños placeres cómo este concierto, era un lobo solitario que andaba por el desierto, aullando a través de canciones de heavy metal. Wolf anduvo todo el día por la carretera sólo parando para comer, por lo que al caer la noche vio un bar al borde de la carretera y sintió las ganas de tomarse un trago. El lugar estaba lleno de muchas personas, al parecer todos iban al concierto, todos vestían de negro e iban con el pelo de largo, algunos tenían el maquillaje clásico del black metal, habían mujeres hermosas de aspecto rudo y otras de aspecto delicado. Wolf se acercó a la barra.
         Un Jack Daniel´s porfavor – le dijo al barman
El mesero le sirvió un vaso pequeño.
         No, una botella entera por favor, no todos los días es el día anterior a ver a Immortuos – le dijo con cierto humor al hombre del bar quien sonrió.
         Tienes razón – dijo el barman.
El lugar tenía un buen ambiente y Wolf pensó en pasar un buen rato ahí, conversó con algunas personas sobre diferentes bandas durante algunas horas. Tres copas más y empezaron todos a cantar los clásicos de Judas Priest. Después de varios sorbos Wolf sintió la emoción de ver a su banda favorita, después de mucho tiempo sentía felicidad, cantaba con unos desconocidos y bebía para celebrar, no para ahogar los flashes que a veces le venían a la mente de su esposa hundiéndose al fondo de la laguna. A ella la había conocido en un lugar parecido, ambos aún jóvenes, ella con su mirada fría pero un corazón apasionado, él con una dura coraza de músculos pero un deseo de reivindicarse en el alma. Habían empezado a hablar porque ella le ofreció una cerveza, desde entonces empezaron a verse regularmente, iban al cine, escuchaban música mientras conducían, con los años decidieron asentarse y tener a su hijo Dany, nombrado tras el nombre verdadero de Devoratrix, el cantante de Immortuos, Daniel Zelowski. Su vida era brillante, Wolf fundó un taller mecánico, lo que le apasionaba desde joven, le iba bien, pero una noche lluviosa un camión chocó contra su auto, este se salió del puente y fue a dar a una gran laguna, cuando Wolf era joven las personas no solían usar mucho el cinturón de seguridad, tenía esta mala costumbre, pero en ese momento, le había salvado la vida, pudo ver el carro hundirse antes de caer desmayado. Despertó días después en un hospital preguntando por María, su esposa, la noticia lo devastó. Durante el mes siguiente el tiempo se convirtió en un sumidero que estancaba memorias y alucinaciones por igual, cómo si los colores que componían los recuerdos de Wolf perdieran sus colores para hacerse completamente azules cómo el fondo del mar dónde los peces juegan con la poca luz del sol que les llega, era cómo si la casa que habían habitado por tantos años era ahora un campanario que hacia retumbar las paredes de piel de cuerpo de Wolf cada que ponía pie en su interior, no le quedaba más remedio que ponerse las manos en los oídos y gritar en la desesperación de encontrarse ante el espejo del vacío que lo dejaba desnudo y le hacía ver sus heridas de guerra cómo tatuajes sin significado, las puñaladas de Hoffman parecían dolerle más que nunca antes de dormir y la vida parecía resumirse en la ventana de su cuarto que de vez en cuando le permitía ver la luna y aullarle en noches despejadas. A Wolf no le quedó más remedio que vender la casa y recorrer el país hasta perder la noción del espacio y no saber que se estaba acercando ni al lugar dónde yacían los cuerpos de su familia o donde yacían sus recuerdos con ellos, desde ese entonces ya no tenía recuerdos nuevos, vivía día a día, un día era cómo cualquier otro, conducía sin ir a ninguna parte, la vida no era diferente fuera a dónde fuera, por eso sus sueños tampoco lo eran.


En medio de canto y canto entró al bar un hombre que parecía querer ser ignorado por todo el mundo, llevaba un cuaderno y un gabán, corrió a sentarse a una mesa vacía en la esquina del lugar. Wolf se sentía bien en esa noche por lo que quiso conversar con este desconocido. Se sentó al frente de él y lo miró a los ojos.
         ¿Quieres un trago amigo? – le dijo Wolf mostrándole la botella.
         Por favor, agradecería que me dejaran sólo – dijo el desconocido agachando el rostro.
         Oye no hay problema, únete la celebración ¿También vienes para el concierto? – Wolf quería insistir a pesar del rechazo del hombre.
         No, no vine a ningún concierto, voy de paso.
         ¿Y a dónde te diriges?
         Eso no es de su incumbencia señor.
         Vamos un poco de amabilidad no está mal.
         No quiero ser descortés, pero de verdad prefiero no tener compañía.
         Ahhh ya lo entiendo – dijo Wolf – tienes problemas con la ley.
         No, mis problemas van mucho más allá de la ley.
         ¿A qué se refiere?
         Por última vez, le pido que no me hable, sólo vine a comer a este lugar, voy de camino, no tardaré en irme y no quiero que nadie se me acerque.
Wolf realmente no comprendía lo que sucedía. Tomó un trago y a pesar de estar molestado con el hombre.
         Está bien, pero sí necesitas ayuda con algo tan sólo dímelo, mi nombre es Wolf – le dijo con una sonrisa en el rostro.
Wolf no había terminado de pararse de la mesa cuándo de repente empezó a escuchar una algarabía cerca a la entrada, una mujer gritaba de dolor y los demás parecían muy conmocionados.
         ¡Me ha mordido! – gritó la mujer mientras caía en los brazos de un hombre.
Fue instantáneo, cómo un yunque cayendo al suelo, la mujer había terminado sus palabras y tras parecer no tener fuerzas por el ataque levantó su torso para alcanzar el cuello del hombre con los dientes, los cuáles se clavaron en este, fue todo una reacción en cadena, uno tras otro se fueron mordiendo cómo las hormigas se pasan cosas las unas a las otras, era cómo ver una fila de dominós caer de forma coordinada, de repente la masa de personas parecía una ola que iba y venía en distintas direcciones.
         No puede ser, han llegado tan rápido hasta aquí – exclamó el misterioso hombre del gabán.
         ¿Qué está diciendo? – le preguntó Wolf.
El hombre empezó a correr pero Wolf aprovechando lo largo que era el gabán lo arrastró hasta sí mismo.
         ¡Hable! – Del rostro de Wolf había desaparecido toda señal de amabilidad con dicho hombre, el motivo por el cuál era tan temido tanto en la mafia cómo en el ejercito, era una masa enorme cariñosa, pero cuándo se trataba de circunstancias claves, Wolf era siempre La bestia.
         Escuche Wolf, trabajo para el centro de investigación Blackwell, haya se ha desarrollado algo, algo peor que las siete plagas que han dicho en la biblia o peor que cualquier arma que usted haya oído, nuestras vidas están en peligro, porque esas cosas ahora están aquí y no se detendrán ante nada – dijo el hombre con la voz temblorosa.
Wolf sintió cierta preocupación, sostenía al hombre con tan sólo una mano y por precaución miró hacia la entrada, ahora todos los sujetos que estaba en el bar estaba caminando de forma uniforme hacia él, todos en conjunto, inmediatamente soltó al hombre y empezó a repartir puñetazos a diestra y siniestra, cada golpe era tan fuerte que hacía que la cabeza de estos sujetos explotara y cayeran sus sesos sobre las paredes y ventanas del bar, uno tras otro avanzaban frenéticamente pero así mismo caían, Wolf asestaba un gancho derecho y un izquierdo haciendo una especie de Dempsey Roll que aprendió en el ejercito, su cuerpo entero se tambaleaba tan rápido que el hombre sólo podía ver la figura gigante de Wolf sacudirse a medida que conectaba los golpes, las paredes parecían las de una carnicería, repletas de sangre al punto de que no se podía ver exterior, La bestia había salido y Wolf con una sonrisa en el rostro había derrotado a todos los zombis en cuestión de minutos.
         ¿Eso es todo lo que tienen estas cosas? – preguntó Wolf con su cara pálida y los ojos enrojecidos cómo los de un diablo.
El hombre estaba atónito, durante meses había visto el desarrollo de estas criaturas y lo resistentes que eran, todo para que este desconocido las destrozara como el cuchillo a la mantequilla, su fuerza era descomunal.
         Lo mejor es que salgamos de aquí cuánto antes – dijo el hombre.
         No creo que eso sea posible – respondió Wolf señalando hacia afuera.
La hora de zombis venía de todas partes, estaban completamente rodeados, eso había sido sólo la primera tanda.
         Creo que aún tenemos unos minutos, podemos reforzar las ventanas y aguantar lo más que podamos a ver si podemos con todos – dijo Wolf
         ¿Poder con todos? ¿Ha visto cuántos hay? – respondió el hombre completamente alterado.
         Sí, pero no creo que haya mucho que podamos hacer, tenemos que matarlos a todos, es nuestra única oportunidad de escapar con vida y si no, moriremos luchando, moriremos en pie – Wolf volvía a tener esos gesto amables.
         Vale, creo que podemos lograrlo, es usted un animal.
         Ahhh gracias. Creo que en estos sitios siempre hay una escopeta debajo de la barra.
Wolf se acercó a la barra y la encontró.
         Úsela usted, yo estoy bien con el combate cuerpo a cuerpo, es de dos cañones pero es mejor que nada – dijo Wolf mientras se arrancaba las mangas de la camiseta – Más le vale que tengamos suerte.
         O que esta no sea la horda que viene de la gran ciudad, si lo es, serán millones de ellos – dijo el hombre que se había quitado el gabán y se había remangado la camisa.
         Entonces mataremos millones – dijo Wolf con una sonrisa en el rostro.


No tardaron mucho los zombis en empezar a golpearse contra las paredes, podían oler la carne fresca adentro, la añoraban así como un sabueso añora los huesos, empezaron a meter sus manos a través de las ventanas y emitir sus gruñidos.
         Jordan, ese es mi nombre – dijo el hombre mientras miraba hacia la ventana.
         Mucho gusto, Wolf – le respondió.
         ¿De verdad te llamas así? – preguntó Jordan.
Wolf estuvo a punto de responder esa pregunta pero un zombi metiéndose lo interrumpió, de inmediato Jordan lo cayó con un tiro en la cabeza. A sus espaldas había entrado otro, Wolf le arrojó la pata de una silla con tanta fuerza que le arrancó la cabeza a la criatura.
         Va a ser una noche larga – dijo Wolf con ironía.
Enfrentaron a varios zombis que entraban de a poco al lugar, nada más entraban Wolf y Jordan reaccionaban, la formula funcionaba, no podían ver cuántos eran, pero sabían que eran mucho, las criaturas caían una y otra vez y seguían llegando, era los dos, espalda con espalda, grandes compañeros en la adversidad. Wolf no se encontraba así desde el ejército, una vez había tenido que aguantar durante varios días con poca munición y poca comida con uno de sus compañeros, Jonathan, ambos se cubrieron las espaldas mientras los enemigos buscaban matarlos, pero ambos se cuidaron el uno al otro, era un código no escrito entre colegas, el de cubrirse, Jonathan había confesado sus deseos de volver a ver su esposa y sus dos hijos, tenía gente esperándolo, siempre antes del peligro sacaba las fotos de sus familiares, les daba un beso y se echaba la bendición.

Los dos dentro de una casa y sudando balas al tiempo que se cubrían de estas, estaba decididos a salir de esa, aguantaron hasta la madrugada en la que empezaron a correr por los callejones de la extraña población dónde se encontraban, Jonathan era muy astuto y sabía burlar al enemigo, le habían hecho creer al enemigo que seguían en la casa poniendo unas municiones en la estufa mientras ellos corrían hacia un vehículo. Faltando tan sólo unos metros para este Jonathan cayó al lado de Wolf, le habían dado en la espalda, ya no podía caminar.
         ¡Corre! Déjame aquí y sálvate – gritó Jonathan.
Wolf lo cargó en el hombro y corrió tan rápido como pudo, Jonathan era el único sobreviviente de su pelotón, no podía dejarlo morir, no cuándo se habían cuidado durante tanto tiempo. Wolf logró llegar al auto con tan sólo una bala rozándole el brazo, empezó a conducir a través del desierto lo más rápido que pudo.
         Escúchame Wolf, no creo que lo logre, me estoy desangrando – Jonathan hablaba entre lágrimas.
         ¡No digas eso! Te llevaré al médico – gritó Wolf.
         Tómalas – Jonathan le estaba pasando las fotos de su familia – Cada una tiene un mensaje que le escribí a cada uno, por favor llévaselas a mi familia.
Wolf las tomó mientras lloraba.
         Al menos cumplí mi misión de que a ti no te dieran – dijo Jonathan en su último suspiro.
Al llegar a la base Wolf sólo estaba cargando el cadáver de su amigo, buscando a un médico en todos lados, estaba tan conmocionado que no se dio cuenta de que Jonathan estaba inerte y frío, Wolf intentaba salvarlo, se sentía más culpable de su muerte que de la de sus excompañeros mafiosos, la casa en dónde habían aguantado durante tanto tiempo fue tomada ese mismo día, el ejército había esperado a hacer una misión para tomar la villa, se habían tardado todo ese tiempo esperando a juntar todas las fuerzas necesarias para hacerlo, en ningún momento habían pensado en una misión de rescate para ellos dos, así que de verdad sólo se habían tenido el uno al otro. Al día siguiente Wolf presentó su renuncia al ejército.


Wolf no sentía cansancio, los años habían endurecido cada centímetro de su piel, a Jordan le daba la impresión que por más zombis que llegaran jamás podrían con Wolf, era un hombre macizo que podía con todo, la vida no había podido derribarlo nunca a pesar de todos los golpes que le habían dado. Los cuerpos poco a poco se apilaban uno encima de otro, cada vez se hacía más difícil moverse por el lugar, ya las balas escaseaban para Jordan quien sobrevivía cómo podía, Wolf lanzaba golpes y objetos por todo el lugar, cada que lo hacia las partes despedazadas de un zombi llovían sobre el suelo ya infestado de un rojo profundo como los ojos de Wolf quien parecía retomar esa forma de bestia, era feroz, la mente de una bestia no es la que está en blanco y sólo dispuesta a luchar como un berserker, dentro de la mente de una bestia hay tormento, hay un dolor tan congelante que hace que los huesos se sientan cómo agujas penetrantes dentro del cuerpo, dentro del cuerpo de esta bestia había una agonía interminable que parecía no iba a terminar jamás, incluso por estos monstruos que se amontonaban entorno a él, Jordan no podía entender por qué este hombre aún se mantenía en pie cuándo debería de estar agotado tras luchar cómo un gladiador, cómo no tenía ni el mas mínimo rasguño, cómo se aferraba aún a la vida a pesar de haberlo perdido todo, en el corazón de esta bestia no le quedaba más que dolor que era más fuerte que cualquier cosa.
         ¡Sí este es el final nunca pensé que sería así! – gritó Wolf en voz alta – Sí es aquí cuándo muero he llegado muy lejos ¿Cierto María? Yo debí de ser quien me hundía en el bosque no ustedes, pero prefiero ser yo quien esté aquí en este infierno a que lo hubieran sido tú y Dany.
En la mente de esta bestia estaba su esposa hundiéndose en el oscuro azul de una laguna y su hijo atrapado tras un cristal que se asemejaba a un reloj de arena, no había una ira irracional hacia los enemigos, había un tristeza tan profunda cómo el azul que teñía esta memoria de él luchando contra los zombis, luchó y luchó con esta pena profunda en el alma y con la voluntad casi hecha añicos en esa noche de pesadilla tan real cómo cada una de sus cicatrices y sus tatuajes, tan real como el dolor que sentía, fue tanto así, que al amanecer ya no quedaba ninguno, Wolf los había destrozado a todos con tan sólo sus manos, el bar estaba ahora recubierto en trozos de carne provenientes de un horror inentendible, la sangre estaba como si fuese sido parte de una lluvia caída del cielo y encima de todo esto, estaba él, el último en pie, sentado en una de las butacas de la barra esperando a que Jordan terminara el café para desayunar.
         Qué desastre más sangriento – dijo Wolf en tono burlesco – La verdad llegué a pensar que habías muerto.
         La verdad es que vi que tenías todo bajo control y sólo me escondí en el sotano– respondió Jordan con la cafetera en la mano y la corbata desarreglada.
         Qué inteligente – exclamó Wolf a la vez que bebía el primer sorbo de su café – Tal vez por eso trabajabas en Blackwell.
         Sí, soy ingeniero biológico. Trabajé ahí por quince años hasta que las cosas empezaron a salirse de control con este virus, vi mi oportunidad de escapar – respondió Jordan quien también daba un sorbo a su café.
         Entonces ¿Qué tan jodidos estamos?
         No lo sé, abandoné el laboratorio en cuánto otro científico se contagió, no conozco el alcance del virus, pero por los hechos de anoche, diría que ya contaminó todo esta región y ya estará llegando a las otras seguramente.
         Eran demasiados.
         Y pudieron haber sido más, si hubieran sido de la gran ciudad, no estaríamos aquí. En el laboratorio teníamos cuarenta sujetos de prueba, los cuarenta se transformaron y de esos, cinco obtuvieron mutaciones que los hacían más letales, es decir uno de cada ocho evolucionan, fueron los cinco primeros en llegar así que entre más viva el virus, más posibilidades tienen de mutar.
         Entonces esos que enfrentamos anoche….
         Sí, eran bebés prácticamente, nos llegaron los contagiados nuevos, puede que los del laboratorio hayan ido a Winewood, pobre gente.
         Diablos, realmente estamos jodidos. Supongo que ya no habrá concierto.
         En medio de todo esto ¿Piensas en un concierto? – dijo Jordan con una molestia algo cómica.
         De no haber sido por eso no hubiese estado aquí y tú seguramente estarías muerto, entonces agradécele a Immortuos por haber hecho la gira.
         Estarán muertos seguramente.
         No lo creo, son unos cabrones duros, además tiene pactos con el diablo y seres demoniacos.
         ¿En serio crees en esas cosas?
         Ah, de seguro eres un hombre de ciencia.
         Seguramente, me han llamado así antes.
         Te gusta mucho esa expresión ¿No?
         Seguramente – dijo Jordan en tono burlesco.
         Seguramente tengamos que viajar juntos ahora.
         Eso espero, formamos un buen duo.
         Ya lo creo, haces un buen café.
         Y tú golpeas muy bien a esas cosas.
         Qué buena división de responsabilidades.
         Hago lo que puedo.
         Claro, la ciencia de esconderse mientras tu compañero los mata.
Ambos rieron en ese momento, se conocieron anoche, pero al igual que con Jonathan, se había creado algo más allá de las palabras, se había cuidado las espaldas y cómo miembros de una hermandad se habían protegido, pero esta vez, ambos habían sobrevivido, Wolf había logrado que no hirieran a su compañero, que ahora le preparaba el desayuno mientras disfrutaban el aroma del café por encima del olor a muerto en esta bella mañana.

         Creo que es el inicio de una gran amistad – dijo Wolf sonriendo antes de tomar del café caliente.
         Seguramente –Jordan alzó la taza cómo en señal de un pequeño brindis.
Los dos amigos se quedaron conversando mientras comían, después de un rato pudieron ver llegar a la cafetería teñida de sangre a una mujer cabello rubio y a un chico de más o menos trece años con una chaqueta de cuero llena de parches.




iii. wolf

         ¡No! ¡Por favor no me dejes! – gritaba la mujer vestida de blanco.
Estaba rodeada de agua y cada vez se hundía más en la laguna azul iba al fondo, en medio de todo este caos, Wolf podía escuchar el llanto de un niño, su hijo, atrapado dentro de un cristal similar al de un reloj de arena que se sumergía hasta la oscuridad.

Wolf había tenido otra pesadilla, pasaba de un sueño teñido de color azul a tener una luz amarilla en la cara, había tenido una pesadilla dentro ese motel barato dónde había pasado la noche, era realmente un lugar terrible, la televisión no encendía y las sabanas de la cama era extremadamente toscas con su piel, este hombre había tenido una noche de perros. Dormir nunca era fácil para Wolf, la mayoría de las veces soñaba con su esposa y su hijo, habían fallecido en un accidente dónde su auto había caído a una laguna al lado de la carretera y ellos se habían ahogado, mientras Wolf había salido disparado por el vidrio por no llevar cinturón, su cuerpo aún llevaba las cicatrices de ese día y de su vida plagada de excesos y momentos difíciles desde la infancia, era un ex militar extremadamente entrenado que quiso una vida más tranquila pero nunca pudo esconderse del destino trágico que lo seguía desde su niñez, días en los que su padre había tomado una escopeta y se habría volado la cabeza en el ático, Wolf encontró el cuerpo después de llegar del colegio, había sido la crisis económica, el país había pasado por varias pero ninguna tan fuerte como esa, el suicidio del padre de Wolf sólo se sumaba a la cifra que había sido captada de ese fatídico 22 de abril dónde los despidos masivos habían hecho perder cualquier esperanza de vida a la clase trabajadora. Desde entonces Wolf había empezado a trabajar tan sólo teniendo ocho años, hacia mandados por su vecindario para ganarse unos cuantos centavos que le entregaba a su madre con la esperanza de ayudarla con todas las obligaciones que ella tenía. Cuando él tenía quince su madre falleció, tanto trabajo la había llevado a sufrir varios colapsos en el cuerpo, Wolf se había vuelto un huérfano más, buscó arreglarse la vida trabajando cómo mecánico de día y siendo parte una pandilla en la noche, su cuerpo era enorme así que siempre le ayudaba en las peleas, podía machacar a cualquier bandido sin importar el arma que llevaran, Wolf siempre ganaba, por lo que era muy temido. Con los años se hizo cada vez más feroz y fue reclutado por un mafiosos cómo su guardaespaldas personal, la paga era bien así que Wolf aceptó el trato, fueron años más tranquilos, la vida de los mafiosos a diferencia de las pandillas no es tan agitada, era más estable, más diplomática por lo que Wolf también aprendió a desenvolverse en la oratoria, era un hombre enorme con grandes capacidades de discurso, lo que siempre se sorprendía. Tanto poder en las manos lo volvió un ebrio que usaba la fuerza desmedidamente, no se sorprendería si por esa época habría matado a uno o dos de tantos golpes, más cuando siempre los doblaba en tamaño, debido a esto le habían apodado “La bestia”, por lo que se había hecho un tatuaje con los números 666 sobre el brazo.

La costumbre de sobrepasarse en fuerza le había salido cara, había matado al jefe de una banda, un testigo importante lleno de información en plena calle, era un cabo suelto, la mafia no puede permitírselos, para ese punto Wolf había dejado varios cabos sueltos para el jefe y tenía demasiada información como para simplemente dejarlo ir. En una noche en la que Wolf estaba completamente ebrio había mandado a diez hombres a su casa, cada uno armado y con una sola misión, matarlo. El jefe sabía que no sería fácil, incluso desarmado Wolf era un peligro así que quería un trabajo limpio, quería asegurar la muerte del que por años, había sido su mejor hombre. Los diez hombres se pararon justo afuera de su casa, ninguno tocó el timbre ni dijo nada, el líder de todos derribó la puerta de un golpe para entrar, los pasos fueron ligeros sobre la alfombra, cada uno sabía a dónde ir, dos de ellos fueron al cuarto dónde Wolf dormía, noches antes habían estado bebiendo con él en su casa así que la conocían, ya no eran compañeros de trabajo, él era un nuevo enemigo que debían eliminar.

Wolf tenía los sentidos agudos, a pesar de su borrachera los había escuchado desde que estaban afuera y se había encerrado en el armario con varias armas sobre el cuerpo, vio dos sombras cruzar el umbral de su puerta y acercarse a su cama, en ese instante, no dudó en cortarle el cuello al primero, era Denis un tipo agradable a pesar de su trabajo. Luego se abalanzó sobre el siguiente y de un golpe le desencajó la mandíbula la cuál le quedó torcida de inmediato, el sujeto cayó al suelo y Wolf decidió darle un pisotón para romperle la nariz y dejarle el rostro aún peor, este era Bob, era de los nuevos reclutas del jefe. Para el momento nadie se había dado cuenta de dónde estaba, aprovechó para ahorcar y noquear a Mario, quien había sido un buen amigo hasta ese entonces. En la cocina estaba William y Terry conversando entre ellos, al primero le lanzó un cuchillo desde las sombras el cuál se lo clavó en un ojo, Terry por el otro lado salió a correr despavorido, pero Wolf logró taclearlo, azotó su cara contra el suelo varias veces hasta ver partes de los huesos de su ex compañero brotando en medio de la sangre. En la sala pudo ver a Adam, Joe y a Eddie los tres más jóvenes, sintió cierta lástima por ellos, pero prefería que murieran ellos a morir el, tres disparos certeros fueron suficientes para que los tres cayeran al piso muertos. Quedaban Hoffman y Wilson, se habían ubicado en la piscina, la luz de la luna se reflejaba sobre esta así que ambos eran tan sólo sombras desde el punto de vista de Wolf que salía desde la oscuridad para dar la cara y tener una lucha con dos grandes asesinos, había cierto honor entre ellos, al ver el gesto de este, los dos soltaron sus pistolas y sacaron un cuchillo, el combate había empezado.

Wolf tomó la iniciativa y cortó a Hoffman en el pecho, este retrocedió mientras Wilson buscaba acertar una puñalada baja a Wolf quien la detuvo con la mano, el cuchillo se enterró y traspasó al otro lado, pero “La bestia” no parecía retroceder ante esto. Pudo ver a Hoffman acercándose por el otro lado de la piscina, por lo que tomó a Wilson y se lo arrojó encima, luego lanzó una patada voladora para que ambos tropezaran y cayeran al suelo. Del golpe contra el piso Wilson soltó el cuchillo así que Wolf aprovechó para pateárselo lejos, este apresuró a cogerlo mientras se arrastraba, pero La bestia sabía a dónde golpear, en la parte baja de la columna, si Wilson sobrevivía era muy probable que quedara paralítico, el hombre se retorcía del dolor olvidando sus intenciones de tomar el cuchillo. Mientras tanto Hoffman empezaba una ofensiva muy agresiva en contra de Wolf, balanceaba el cuchillo y Wolf tuvo que retroceder unos pasos, poco a poco vio su patrón de ataque, golpes muy largos pero que dejaban un lado del cuerpo descubierto, el gigantesco hombre aprovechó esto para apuñalarlo justo en el riñón, esto dejaba al rival muy confuso, pero Hoffman sonrío al ver esto, había sacado otro cuchillo de algún lugar y había dado el golpe en la parte trasera del hombre, justo en dónde Wolf tenía su tatuaje de la banda Metallica, el viejo Hoffman de barba canosa y pelo largo recogido era un gran estratega, le había asestado una segunda puñalada a Wolf muy cerca al cuello, este respondió con un rodillazo en la boca del estómago, el viejo había caído al suelo por segunda vez por la falta de aire, pero aprovechó para arrojar uno de los cuchillos al abdomen de Wolf, el cuchillo se enterró fuertemente y por poco lo detiene, pero la adrenalina era mucha, el viejo había lanzado su última esperanza de detener a la bestia quien hundía el mismo cuchillo que le había arrojado contra su pecho. En cuanto a Wilson le fue más fácil, él ya había perdido el combate hace mucho, le propició una muerte rápida con un disparo a la cabeza. Denis, Bob, William, Terry, Mario, Adam, Joe, Eddie, Hoffman y Wilson, todos en algún momento amigos suyos, habían ido esa noche a matarlo.


Wolf huyó, la única salida que tenía y la que le pareció la más sensata, unirse al ejército para lograr escapar. Durante varios años patrulló tierras desérticas, con el calor del sol sobre la cabeza y la muerte siguiéndole los pasos sobre el caliente suelo. Luchó combates y la instrucción le enseñó a medir la fuerza ante sus oponentes, ahora era un hombre mucho más letal que antes, ganaba por estrategia y no sólo por fuerza bruta. Fue el mejor tirador de su pelotón y también clave en la operación Rattlehead, en dónde tuvieron que infiltrarse tras líneas enemigas para tomar un puente y evitar que cruzaran hacia una gran ciudad. La carretera le recordaba a esos años, por eso estaba ahí en ese motel de mala muerte, cómo una alma errante que patrulla las carreteras del país, con el dinero de su vida militar se había comprado una moto Harley Davidson para andar por todo lado. Para Wolf, este era sólo un día más, desde hace una semana que por primera vez sabía a dónde iba, iba camino a ver a su banda favorita, Immortuos, una banda de black metal a la que seguía desde sus años en el ejército, le encantaba su estilo trasgresor y sus letras sobre temas oscuros que nadie más tocaba, había encontrado en esta música un escape desde que era niño. El concierto era al día siguiente y Wolf debía conducir hasta el sitio, un campo abierto lejos de la ciudad ya que en la gran ciudad de había levantado una polémica porque el grupo tocara en ese lugar, por lo que Wolf tuvo que viajar en su moto al nuevo sitio.


Wolf iba por la carretera con la música a todo volumen con sus gafas puestas, su apariencia era extremadamente rubia a pesar de tener muchos años más encima de cuándo estaba en la mafia o en el ejército, de algún modo “La bestia” aún seguía dentro de él. Desde hace mucho tiempo Wolf había tenido un estado de paz, incluso después de fallecer su esposa e hijos. Incluso ahora quería una vida tranquila, alejado de la personas, teniendo pequeños placeres cómo este concierto, era un lobo solitario que andaba por el desierto, aullando a través de canciones de heavy metal. Wolf anduvo todo el día por la carretera sólo parando para comer, por lo que al caer la noche vio un bar al borde de la carretera y sintió las ganas de tomarse un trago. El lugar estaba lleno de muchas personas, al parecer todos iban al concierto, todos vestían de negro e iban con el pelo de largo, algunos tenían el maquillaje clásico del black metal, habían mujeres hermosas de aspecto rudo y otras de aspecto delicado. Wolf se acercó a la barra.
         Un Jack Daniel´s porfavor – le dijo al barman
El mesero le sirvió un vaso pequeño.
         No, una botella entera por favor, no todos los días es el día anterior a ver a Immortuos – le dijo con cierto humor al hombre del bar quien sonrió.
         Tienes razón – dijo el barman.
El lugar tenía un buen ambiente y Wolf pensó en pasar un buen rato ahí, conversó con algunas personas sobre diferentes bandas durante algunas horas. Tres copas más y empezaron todos a cantar los clásicos de Judas Priest. Después de varios sorbos Wolf sintió la emoción de ver a su banda favorita, después de mucho tiempo sentía felicidad, cantaba con unos desconocidos y bebía para celebrar, no para ahogar los flashes que a veces le venían a la mente de su esposa hundiéndose al fondo de la laguna. A ella la había conocido en un lugar parecido, ambos aún jóvenes, ella con su mirada fría pero un corazón apasionado, él con una dura coraza de músculos pero un deseo de reivindicarse en el alma. Habían empezado a hablar porque ella le ofreció una cerveza, desde entonces empezaron a verse regularmente, iban al cine, escuchaban música mientras conducían, con los años decidieron asentarse y tener a su hijo Dany, nombrado tras el nombre verdadero de Devoratrix, el cantante de Immortuos, Daniel Zelowski. Su vida era brillante, Wolf fundó un taller mecánico, lo que le apasionaba desde joven, le iba bien, pero una noche lluviosa un camión chocó contra su auto, este se salió del puente y fue a dar a una gran laguna, cuando Wolf era joven las personas no solían usar mucho el cinturón de seguridad, tenía esta mala costumbre, pero en ese momento, le había salvado la vida, pudo ver el carro hundirse antes de caer desmayado. Despertó días después en un hospital preguntando por María, su esposa, la noticia lo devastó. Durante el mes siguiente el tiempo se convirtió en un sumidero que estancaba memorias y alucinaciones por igual, cómo si los colores que componían los recuerdos de Wolf perdieran sus colores para hacerse completamente azules cómo el fondo del mar dónde los peces juegan con la poca luz del sol que les llega, era cómo si la casa que habían habitado por tantos años era ahora un campanario que hacia retumbar las paredes de piel de cuerpo de Wolf cada que ponía pie en su interior, no le quedaba más remedio que ponerse las manos en los oídos y gritar en la desesperación de encontrarse ante el espejo del vacío que lo dejaba desnudo y le hacía ver sus heridas de guerra cómo tatuajes sin significado, las puñaladas de Hoffman parecían dolerle más que nunca antes de dormir y la vida parecía resumirse en la ventana de su cuarto que de vez en cuando le permitía ver la luna y aullarle en noches despejadas. A Wolf no le quedó más remedio que vender la casa y recorrer el país hasta perder la noción del espacio y no saber que se estaba acercando ni al lugar dónde yacían los cuerpos de su familia o donde yacían sus recuerdos con ellos, desde ese entonces ya no tenía recuerdos nuevos, vivía día a día, un día era cómo cualquier otro, conducía sin ir a ninguna parte, la vida no era diferente fuera a dónde fuera, por eso sus sueños tampoco lo eran.


En medio de canto y canto entró al bar un hombre que parecía querer ser ignorado por todo el mundo, llevaba un cuaderno y un gabán, corrió a sentarse a una mesa vacía en la esquina del lugar. Wolf se sentía bien en esa noche por lo que quiso conversar con este desconocido. Se sentó al frente de él y lo miró a los ojos.
         ¿Quieres un trago amigo? – le dijo Wolf mostrándole la botella.
         Por favor, agradecería que me dejaran sólo – dijo el desconocido agachando el rostro.
         Oye no hay problema, únete la celebración ¿También vienes para el concierto? – Wolf quería insistir a pesar del rechazo del hombre.
         No, no vine a ningún concierto, voy de paso.
         ¿Y a dónde te diriges?
         Eso no es de su incumbencia señor.
         Vamos un poco de amabilidad no está mal.
         No quiero ser descortés, pero de verdad prefiero no tener compañía.
         Ahhh ya lo entiendo – dijo Wolf – tienes problemas con la ley.
         No, mis problemas van mucho más allá de la ley.
         ¿A qué se refiere?
         Por última vez, le pido que no me hable, sólo vine a comer a este lugar, voy de camino, no tardaré en irme y no quiero que nadie se me acerque.
Wolf realmente no comprendía lo que sucedía. Tomó un trago y a pesar de estar molestado con el hombre.
         Está bien, pero sí necesitas ayuda con algo tan sólo dímelo, mi nombre es Wolf – le dijo con una sonrisa en el rostro.
Wolf no había terminado de pararse de la mesa cuándo de repente empezó a escuchar una algarabía cerca a la entrada, una mujer gritaba de dolor y los demás parecían muy conmocionados.
         ¡Me ha mordido! – gritó la mujer mientras caía en los brazos de un hombre.
Fue instantáneo, cómo un yunque cayendo al suelo, la mujer había terminado sus palabras y tras parecer no tener fuerzas por el ataque levantó su torso para alcanzar el cuello del hombre con los dientes, los cuáles se clavaron en este, fue todo una reacción en cadena, uno tras otro se fueron mordiendo cómo las hormigas se pasan cosas las unas a las otras, era cómo ver una fila de dominós caer de forma coordinada, de repente la masa de personas parecía una ola que iba y venía en distintas direcciones.
         No puede ser, han llegado tan rápido hasta aquí – exclamó el misterioso hombre del gabán.
         ¿Qué está diciendo? – le preguntó Wolf.
El hombre empezó a correr pero Wolf aprovechando lo largo que era el gabán lo arrastró hasta sí mismo.
         ¡Hable! – Del rostro de Wolf había desaparecido toda señal de amabilidad con dicho hombre, el motivo por el cuál era tan temido tanto en la mafia cómo en el ejercito, era una masa enorme cariñosa, pero cuándo se trataba de circunstancias claves, Wolf era siempre La bestia.
         Escuche Wolf, trabajo para el centro de investigación Blackwell, haya se ha desarrollado algo, algo peor que las siete plagas que han dicho en la biblia o peor que cualquier arma que usted haya oído, nuestras vidas están en peligro, porque esas cosas ahora están aquí y no se detendrán ante nada – dijo el hombre con la voz temblorosa.
Wolf sintió cierta preocupación, sostenía al hombre con tan sólo una mano y por precaución miró hacia la entrada, ahora todos los sujetos que estaba en el bar estaba caminando de forma uniforme hacia él, todos en conjunto, inmediatamente soltó al hombre y empezó a repartir puñetazos a diestra y siniestra, cada golpe era tan fuerte que hacía que la cabeza de estos sujetos explotara y cayeran sus sesos sobre las paredes y ventanas del bar, uno tras otro avanzaban frenéticamente pero así mismo caían, Wolf asestaba un gancho derecho y un izquierdo haciendo una especie de Dempsey Roll que aprendió en el ejercito, su cuerpo entero se tambaleaba tan rápido que el hombre sólo podía ver la figura gigante de Wolf sacudirse a medida que conectaba los golpes, las paredes parecían las de una carnicería, repletas de sangre al punto de que no se podía ver exterior, La bestia había salido y Wolf con una sonrisa en el rostro había derrotado a todos los zombis en cuestión de minutos.
         ¿Eso es todo lo que tienen estas cosas? – preguntó Wolf con su cara pálida y los ojos enrojecidos cómo los de un diablo.
El hombre estaba atónito, durante meses había visto el desarrollo de estas criaturas y lo resistentes que eran, todo para que este desconocido las destrozara como el cuchillo a la mantequilla, su fuerza era descomunal.
         Lo mejor es que salgamos de aquí cuánto antes – dijo el hombre.
         No creo que eso sea posible – respondió Wolf señalando hacia afuera.
La hora de zombis venía de todas partes, estaban completamente rodeados, eso había sido sólo la primera tanda.
         Creo que aún tenemos unos minutos, podemos reforzar las ventanas y aguantar lo más que podamos a ver si podemos con todos – dijo Wolf
         ¿Poder con todos? ¿Ha visto cuántos hay? – respondió el hombre completamente alterado.
         Sí, pero no creo que haya mucho que podamos hacer, tenemos que matarlos a todos, es nuestra única oportunidad de escapar con vida y si no, moriremos luchando, moriremos en pie – Wolf volvía a tener esos gesto amables.
         Vale, creo que podemos lograrlo, es usted un animal.
         Ahhh gracias. Creo que en estos sitios siempre hay una escopeta debajo de la barra.
Wolf se acercó a la barra y la encontró.
         Úsela usted, yo estoy bien con el combate cuerpo a cuerpo, es de dos cañones pero es mejor que nada – dijo Wolf mientras se arrancaba las mangas de la camiseta – Más le vale que tengamos suerte.
         O que esta no sea la horda que viene de la gran ciudad, si lo es, serán millones de ellos – dijo el hombre que se había quitado el gabán y se había remangado la camisa.
         Entonces mataremos millones – dijo Wolf con una sonrisa en el rostro.


No tardaron mucho los zombis en empezar a golpearse contra las paredes, podían oler la carne fresca adentro, la añoraban así como un sabueso añora los huesos, empezaron a meter sus manos a través de las ventanas y emitir sus gruñidos.
         Jordan, ese es mi nombre – dijo el hombre mientras miraba hacia la ventana.
         Mucho gusto, Wolf – le respondió.
         ¿De verdad te llamas así? – preguntó Jordan.
Wolf estuvo a punto de responder esa pregunta pero un zombi metiéndose lo interrumpió, de inmediato Jordan lo cayó con un tiro en la cabeza. A sus espaldas había entrado otro, Wolf le arrojó la pata de una silla con tanta fuerza que le arrancó la cabeza a la criatura.
         Va a ser una noche larga – dijo Wolf con ironía.
Enfrentaron a varios zombis que entraban de a poco al lugar, nada más entraban Wolf y Jordan reaccionaban, la formula funcionaba, no podían ver cuántos eran, pero sabían que eran mucho, las criaturas caían una y otra vez y seguían llegando, era los dos, espalda con espalda, grandes compañeros en la adversidad. Wolf no se encontraba así desde el ejército, una vez había tenido que aguantar durante varios días con poca munición y poca comida con uno de sus compañeros, Jonathan, ambos se cubrieron las espaldas mientras los enemigos buscaban matarlos, pero ambos se cuidaron el uno al otro, era un código no escrito entre colegas, el de cubrirse, Jonathan había confesado sus deseos de volver a ver su esposa y sus dos hijos, tenía gente esperándolo, siempre antes del peligro sacaba las fotos de sus familiares, les daba un beso y se echaba la bendición.

Los dos dentro de una casa y sudando balas al tiempo que se cubrían de estas, estaba decididos a salir de esa, aguantaron hasta la madrugada en la que empezaron a correr por los callejones de la extraña población dónde se encontraban, Jonathan era muy astuto y sabía burlar al enemigo, le habían hecho creer al enemigo que seguían en la casa poniendo unas municiones en la estufa mientras ellos corrían hacia un vehículo. Faltando tan sólo unos metros para este Jonathan cayó al lado de Wolf, le habían dado en la espalda, ya no podía caminar.
         ¡Corre! Déjame aquí y sálvate – gritó Jonathan.
Wolf lo cargó en el hombro y corrió tan rápido como pudo, Jonathan era el único sobreviviente de su pelotón, no podía dejarlo morir, no cuándo se habían cuidado durante tanto tiempo. Wolf logró llegar al auto con tan sólo una bala rozándole el brazo, empezó a conducir a través del desierto lo más rápido que pudo.
         Escúchame Wolf, no creo que lo logre, me estoy desangrando – Jonathan hablaba entre lágrimas.
         ¡No digas eso! Te llevaré al médico – gritó Wolf.
         Tómalas – Jonathan le estaba pasando las fotos de su familia – Cada una tiene un mensaje que le escribí a cada uno, por favor llévaselas a mi familia.
Wolf las tomó mientras lloraba.
         Al menos cumplí mi misión de que a ti no te dieran – dijo Jonathan en su último suspiro.
Al llegar a la base Wolf sólo estaba cargando el cadáver de su amigo, buscando a un médico en todos lados, estaba tan conmocionado que no se dio cuenta de que Jonathan estaba inerte y frío, Wolf intentaba salvarlo, se sentía más culpable de su muerte que de la de sus excompañeros mafiosos, la casa en dónde habían aguantado durante tanto tiempo fue tomada ese mismo día, el ejército había esperado a hacer una misión para tomar la villa, se habían tardado todo ese tiempo esperando a juntar todas las fuerzas necesarias para hacerlo, en ningún momento habían pensado en una misión de rescate para ellos dos, así que de verdad sólo se habían tenido el uno al otro. Al día siguiente Wolf presentó su renuncia al ejército.


Wolf no sentía cansancio, los años habían endurecido cada centímetro de su piel, a Jordan le daba la impresión que por más zombis que llegaran jamás podrían con Wolf, era un hombre macizo que podía con todo, la vida no había podido derribarlo nunca a pesar de todos los golpes que le habían dado. Los cuerpos poco a poco se apilaban uno encima de otro, cada vez se hacía más difícil moverse por el lugar, ya las balas escaseaban para Jordan quien sobrevivía cómo podía, Wolf lanzaba golpes y objetos por todo el lugar, cada que lo hacia las partes despedazadas de un zombi llovían sobre el suelo ya infestado de un rojo profundo como los ojos de Wolf quien parecía retomar esa forma de bestia, era feroz, la mente de una bestia no es la que está en blanco y sólo dispuesta a luchar como un berserker, dentro de la mente de una bestia hay tormento, hay un dolor tan congelante que hace que los huesos se sientan cómo agujas penetrantes dentro del cuerpo, dentro del cuerpo de esta bestia había una agonía interminable que parecía no iba a terminar jamás, incluso por estos monstruos que se amontonaban entorno a él, Jordan no podía entender por qué este hombre aún se mantenía en pie cuándo debería de estar agotado tras luchar cómo un gladiador, cómo no tenía ni el mas mínimo rasguño, cómo se aferraba aún a la vida a pesar de haberlo perdido todo, en el corazón de esta bestia no le quedaba más que dolor que era más fuerte que cualquier cosa.
         ¡Sí este es el final nunca pensé que sería así! – gritó Wolf en voz alta – Sí es aquí cuándo muero he llegado muy lejos ¿Cierto María? Yo debí de ser quien me hundía en el bosque no ustedes, pero prefiero ser yo quien esté aquí en este infierno a que lo hubieran sido tú y Dany.
En la mente de esta bestia estaba su esposa hundiéndose en el oscuro azul de una laguna y su hijo atrapado tras un cristal que se asemejaba a un reloj de arena, no había una ira irracional hacia los enemigos, había un tristeza tan profunda cómo el azul que teñía esta memoria de él luchando contra los zombis, luchó y luchó con esta pena profunda en el alma y con la voluntad casi hecha añicos en esa noche de pesadilla tan real cómo cada una de sus cicatrices y sus tatuajes, tan real como el dolor que sentía, fue tanto así, que al amanecer ya no quedaba ninguno, Wolf los había destrozado a todos con tan sólo sus manos, el bar estaba ahora recubierto en trozos de carne provenientes de un horror inentendible, la sangre estaba como si fuese sido parte de una lluvia caída del cielo y encima de todo esto, estaba él, el último en pie, sentado en una de las butacas de la barra esperando a que Jordan terminara el café para desayunar.
         Qué desastre más sangriento – dijo Wolf en tono burlesco – La verdad llegué a pensar que habías muerto.
         La verdad es que vi que tenías todo bajo control y sólo me escondí en el sotano– respondió Jordan con la cafetera en la mano y la corbata desarreglada.
         Qué inteligente – exclamó Wolf a la vez que bebía el primer sorbo de su café – Tal vez por eso trabajabas en Blackwell.
         Sí, soy ingeniero biológico. Trabajé ahí por quince años hasta que las cosas empezaron a salirse de control con este virus, vi mi oportunidad de escapar – respondió Jordan quien también daba un sorbo a su café.
         Entonces ¿Qué tan jodidos estamos?
         No lo sé, abandoné el laboratorio en cuánto otro científico se contagió, no conozco el alcance del virus, pero por los hechos de anoche, diría que ya contaminó todo esta región y ya estará llegando a las otras seguramente.
         Eran demasiados.
         Y pudieron haber sido más, si hubieran sido de la gran ciudad, no estaríamos aquí. En el laboratorio teníamos cuarenta sujetos de prueba, los cuarenta se transformaron y de esos, cinco obtuvieron mutaciones que los hacían más letales, es decir uno de cada ocho evolucionan, fueron los cinco primeros en llegar así que entre más viva el virus, más posibilidades tienen de mutar.
         Entonces esos que enfrentamos anoche….
         Sí, eran bebés prácticamente, nos llegaron los contagiados nuevos, puede que los del laboratorio hayan ido a Winewood, pobre gente.
         Diablos, realmente estamos jodidos. Supongo que ya no habrá concierto.
         En medio de todo esto ¿Piensas en un concierto? – dijo Jordan con una molestia algo cómica.
         De no haber sido por eso no hubiese estado aquí y tú seguramente estarías muerto, entonces agradécele a Immortuos por haber hecho la gira.
         Estarán muertos seguramente.
         No lo creo, son unos cabrones duros, además tiene pactos con el diablo y seres demoníacos.
         ¿En serio crees en esas cosas?
         Ah, de seguro eres un hombre de ciencia.
         Seguramente, me han llamado así antes.
         Te gusta mucho esa expresión ¿No?
         Seguramente – dijo Jordan en tono burlesco.
         Seguramente tengamos que viajar juntos ahora.
         Eso espero, formamos un buen dúo.
         Ya lo creo, haces un buen café.
         Y tú golpeas muy bien a esas cosas.
         Qué buena división de responsabilidades.
         Hago lo que puedo.
         Claro, la ciencia de esconderse mientras tu compañero los mata.
Ambos rieron en ese momento, se conocieron anoche, pero al igual que con Jonathan, se había creado algo más allá de las palabras, se había cuidado las espaldas y cómo miembros de una hermandad se habían protegido, pero esta vez, ambos habían sobrevivido, Wolf había logrado que no hirieran a su compañero, que ahora le preparaba el desayuno mientras disfrutaban el aroma del café por encima del olor a muerto en esta bella mañana.

         Creo que es el inicio de una gran amistad – dijo Wolf sonriendo antes de tomar del café caliente.
         Seguramente –Jordan alzó la taza cómo en señal de un pequeño brindis.
Los dos amigos se quedaron conversando mientras comían, después de un rato pudieron ver llegar a la cafetería teñida de sangre a una mujer cabello rubio y a un chico de más o menos trece años con una chaqueta de cuero llena de parches.


por
Henry D. Valencia




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